Alguien con alma de psicólogo (y mucho de experiencia en el tema) dijo alguna vez con un alto contenido de empirismo que el fútbol era un “estado de ánimo”.

Científicamente el estado de ánimo es una relación entre dos variables: energía y tensión. Y esta aseveración tal vez sirva para explicar de un modo entendible la actuación de Atlético Tucumán esta noche frente a Boca.

Porque solo una cuestión meramente anímica justifica la dinámica ganadora con que el "decano" salió a jugar ante el "más metedor" de los equipos del fútbol argentino, después de vivir un fin de temporada pleno de angustias, que se exacerbaron con la derrota ante Huracán.

Y como todo estado de ánimo positivo genera respuestas adaptadas, sometió a su rival a una asfixiante presión para intentar quitarle no solo el balón, sino también el protagonismo que "los de Diego Martínez" hacen gala en cada presentación, en cualquier torneo que disputan.

Tan solo 4 minutos pasaron del inicio cuando “chiquito” Romero debió buscar el balón dentro de su arco tras el gol de Tesuri, que el árbitro Echavarría (a metros de la jugada) convalidó señalando el centro de la cancha, pero que el siempre polémico Germán Delfino, desde Ezeiza, (VAR mediante), entendió que había offside agravado con obstrucción al arquero... y entre ambos lo invalidaron.

No obstante en envión anímico negativo que la acción pudiera generar, con actitud, con ganas, con el orden ausente en otros partidos, "los de Facundo Sava" siguieron en su tónica inicial, usufructuando las ventajas que daba el desorden defensivo de la visita ante la subida de su laterales, mal cumplimentada por los encargados de los relevos.

Asi llegó el gol de Coronel, tras desborde de Infante, después de una buena combinación entre Pereyra/Bajamich y posterior habilitación al vacío para el lateral "decano" quien, superando en la carrera a un desconocido Advíncula, mandó la pelota al medio con un notorio "toma, hacelo" que el hoy goleador "decano" entendió perfectamente pese a la tardía (y poco eficaz) oposición de "chiquito" Romero. Golazo !!! Inapelable !!!

Inapelable para todos, menos para Germán Delfino, porque desde Ezeiza se intentó chequear con la tecnología la conquista para encontrarle "la mosca a la leche", pero esta vez no había VAR que invalide semejante golazo. Delirio total: en las tribunas, en las plateas, en los hogares (receptor mediante)... La alegría se instalaba en los corazones de más de la mitad de Tucumán !!!

Y por el lapso que restaba para el final de la etapa el local impuso condiciones al trámite del cotejo con una formula mezcla de actitud, orden táctico, solidaridad y entrega para cortar todos los circuitos futbolístico del rival, que en este lapso pateó a las manos del arquero Durso recién cuando la etapa finalizaba.

Atlético expuso en la cancha y en este tramo del cotejo la actitud que la gente le reclamaba hace un par de semanas nomás en cada "grito tribunero": "Los jugadores tienen que transpirar ...", como decía la publicidad de los años ´80 del desodorante que tenía al rey del "jogo bonito" como protagonista.

En esos parámetros se diluyó una primera mitad para recordar y repetir, de las mejores de este equipo “decano” en mucho tiempo.

Los primeros minutos de la segunda mitad fueron la antítesis… Atlético replegó sus líneas (en parte también mérito del rival que impuso la jerarquía de alguno de sus hombres), y apostó al contragolpe vía Coronel con envíos por elevación que intentaban superar la última línea boquense que jugaba más cerca del círculo central que su arco.

Los “xeneizes” buscaban el empate con armas nobles, propias, sin dejarlo en manos de las contingencias externas, pero sin muchas ideas. No obstante se las ingeniaron para poner en aprietos (y a prueba) al arquero Tomás Durso que le devolvió la tranquilidad al hincha de que estamos en presencia de un golero que cuando lo llamen a actuar dirá presente en más de una oportunidad (al menos por ahora).

El pitazo final trajo alivio, desterró al nunca bien ponderado miedo al fracaso, a quedarse sin nada después de haberlo hecho TODO. Propio de un fútbol de hoy donde ya no existe la bohemia de antes: hoy el mensaje es más claro: si ganás, servís; si perdés, no...

Una victoria que, por como venían las cosas, sirve (o debiera servir) como inflador anímico, estimulante del estado de ánimo, en la medida que esta energía se mantenga y la tensión disminuya con un par de triunfos, que si son en cadena sería inmejorable para las pretensiones proyectadas para este fin de temporada.

Como para justificar, en cierto modo, lo del “estado de ánimo”.-

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